martes, 25 de septiembre de 2012

Teatro Siglo XVI y XVII Entre las actividades artísticas que realizaron los criollos se cuenta el teatro, el cual al principio estuvo muy ligado al español; con el tiempo, y de forma más clara en el siglo XVII, este género adquirió rasgos propios. Las representaciones eran en castellano, de acuerdo con las formas de las comedia españolas, en un marcado color local y con la inclusión de mexicanismos. El teatro criollo se escribió para conmemorar acontecimientos importantes de la vida colonial, tanto civiles como religiosos. En general las tramas son sencillas, la versificación espontánea y sin rebuscamientos, y los personajes a menudo son simbólicos. Es muy probable que el público novohispano, aficionado al teatro, recibiera con agrado el teatro criollo. Las mismas autoridades civiles y eclesiásticas estimularon a los dramaturgos, premiando las mejores representaciones. Los temas religiosos predominaron en las representaciones teatrales durante el virreinato. Fueron desarrollándose hasta alcanzar con los AUTOS* sacramentales su mejor y más significativa expresión. Los COLOQUIOS*, por otra parte, también fueron usados por los primeros autores religiosos criollos. En ambos géneros dramáticos hubo piezas de gran calidad poética. AUTOS: composición dramática breve en la que intervienen personajes bíblicos y alegóricos; su intención es explicar los misterios de la religión católica. COLOQUIO: se compone de relatos y diálogos con estructura lineal y escasa composición teatral. Por su parte, la farsa es una pieza de corte humorístico, sin otro objetivo que invitar a la risa. El sainete es una composición escénica breve, por lo común de un solo acto y de índole jocosa. En él se ridiculizan tipos y costumbres. Solía representarse por lo general al final de un drama o una comedia, o bien como intermedio. A esta corriente criolla del teatro hispanoamericano pertenecen Juan Pérez Ramírez y Hernán González de Eslava.

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